Un camino hacia dentro

Aquí te abro la puerta al taller que hay detrás de cada foto impoluta y blanquita.

Te cuento que las piezas no sólo se crean con un proceso muy lento y totalmente hecho a mano.
Sino que nos podríamos remontar al inicio del camino que me hizo llegar hasta aquí. Realmente esa sería la historia más transparente.

Los primeros maestros que despertaron toda esa motivación intrínseca que siempre había tenido hacia el dibujo, aparecieron en batxillerato artístico.
El dibujo artístico estuvo presente durante mucho tiempo, tiempo en el que ya tenía que trabajar de cualquier cosa, tiempo que recuerdo estar dibujando mientras me cuestionaba: ¿para que intento superarme en algo que no me trae ningún beneficio? Todo son gastos. Sentía que estar ahí era en vano.
Así que callé esa voz que me pedía crear, dibujar, inventar, aprender.
Y entonces imagino que empecé un camino más vacío dónde sólo hacia sí recibía algo a cambio.

Hasta que volví a escuchar la voz de mi alma, y seguí con lo que dejé congelado.

Sentía que el paso siguiente era dominar el volumen. Y entonces volví a las escuelas de arte, esa vez en Córdoba (España) en la escuela de artes y oficios para aprender orfebrería.

Después cerámica, en la Industrial de Barcelona, y algunas escuelas más hasta el día de hoy. Y podría decir que gracias a los maestros, hoy he podido ser algo más autodidacta en una técnica totalmente desconocida para mi.

Que cómo siempre, todo se reduce al ensayo y error, impregnarte de los números uno de lo tuyo e ir hacia esa dirección.

Y ahora me veo cumpliendo un sueño gracias a creer en la posibilidad de que podía ser real. Después de romper con pensamientos muy limitantes y de escasez. El sostén que he sentido de mi pareja y mis amigas ha tenido mucho que ver.

Y actualmente siento que todo este camino me llevará a una transformación que acaba de empezar.